Entre música ambiental y a media luz del restaurante de Polanco, el Itamae Prime Experience inicia con un vistoso coctel de bienvenida, hecho con licor St. Germain de flores de sauco, además de vino espumoso y una ramita de romero.
Es de noche y los comensales se sientan a la mesa de teppanyaki; unos minutos después Fabián Cortés, el capitán de El Japonez Polanco, hace sonar el gong tres veces desde el lugar donde en unos minutos se colocará el chef o itamae frente a la plancha, para dar inicio a la experiencia.
Al usar el gong, Fabián hace alusión a uno de los rituales japoneses que emulan la corriente de la vida, lo que se vivirá esa noche por medio de la gastronomía y el mejor ejemplo es el cuidado con el que el chef Rodrigo, preparará el omakase de la noche.
En el plato sirven los tradicionales jengibre y wasabi de la comida japonesa; el jengibre, nos sugiere Fabián, se puede degustar antes de cada platillo, para ir limpiando el paladar.
La experiencia itamae: paso a paso
Rodrigo nos presenta el primer tiempo, una ensalada de sunomono a base de fideo de arroz, pepino y vinagreta de arroz; le siguen una variedad de nigiris, empezando por el de hamachi. Mientras prepara los alimentos, nos cuenta que el producto llega congelado, sellado al alto vacío para conservar la grasa que le da su sabor.
A alguno lo flamea un poco y lo acompaña con un toque de aceite de trufa blanco, es el único que recomienda no remojar en soya para que no corte el sabor del aceite; otro de los nigiris está preparado con salmón oraki de Nueva Zelanda que literalmente se derrite en la boca, y uno más tiene atún aleta azul con caviar de esturión, este sabe mucho “a mar”.
Hasta este momento hemos acompañado la comida con dos sakes, uno seco y otro con notas a mandarina, servidos en un ochoko o vaso especial para beber esta legendaria bebida alcohólica. Recomiendan darle un sorbo antes de los bocados, lo que intensifica el sabor.
Los momentos se vuelven precisamente una experiencia porque Fabián y otros anfitriones están listos para darnos alguna recomendación de cómo tomar el ochoko, de los rituales de la abundancia y otros consejos cuando llega el tercer tiempo, el hand roll, también conocido como temaki.
Se trata de un cono hecho con alga nori relleno de takuan (nabo encurtido) y atún aleta azul, de sabor muy suave y sutil pero que se acentúa con el alga que por cierto, el chef flameó previamente, lo que hace al bocado crujir.
El cuarto tiempo es una tostada de hoja shishu tempurizado y crujiente de oba con akami: ceviche de atún sellado con aderezo de cebolla.
Y de plato fuerte, filete de huachinango y de rib eye con variedades de hongos (setas, shitake, shimeji y oreja) y pasta udon sazonado en mantequilla de la casa que despide un aroma único. Pero esto no es todo, antes de servir, el platillo se ahúma con romero.
El postre es un daifuku, un especial típico japonés en técnicas moleculares de textura suave y sabor a melón verde acompañado de crema de Midori, tierra de galleta y coral de jengibre: el toque especial se lo da la espuma de jengibre con un chorrito de limón y jarabe en hielo seco, que allí mismo elabora Eli, la encargada de barra.
Aunque ya nos sirvieron el postre, el evento aún no termina, pues posteriormente tendrás un furoshiki, que es una caja cuadrada envuelta en una manta, técnica milenaria de tradición japonesa para envolver regalos de manera sostenible.
Tanto expertos como novatos en la comida japonesa podrán presenciar en Itamae Prime Experience no solo el arte de preparar los alimentos (que son calidad premium), sino una experiencia en las manos de verdaderos profesionales que muy difícilmente podrán olvidar.
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Viajar ha sido mi pasión y por fortuna, mi trabajo. Descubrí que, aunque regreses al mismo lugar, un viaje nunca se repite, por eso es uno de los grandes placeres de la vida. Te cambia; conocer, degustar, probar cosas nuevas. Viajando aprendes la infinidad, a respetar, a apreciar. Viajando cambian tus percepciones sobre el mundo y sobre ti misma (o).
He colaborado en varios medios de turismo y gastronomía, desde Bon Voyage de Excélsior, pasando por Food & Travel y Viajes de El Heraldo de México, entre otros, todos con distinta perspectiva, pero siempre con la misma pasión por el segmento más bonito del periodismo: el de turismo.