El gin tonic es uno de los cocteles más populares del mundo y tiene una fascinante historia, gracias a sus ingredientes que dan vida a su sabor desde hace siglos.
Todo comienza con la quinina, un alcaloide natural con propiedades analgésicas y antipiréticas. Dicha sustancia proviene de la corteza del árbol Quino o Cinchona calisaya, y se utilizó a mediados del siglo XVI contra la malaria, enfermedad ocasionada por un parásito y transmitida por la picadura de un mosquito infectado.
En el año 1783, un joven empresario alemán llamado Johann Jacob Schweppe, creó un proceso para carbonatar el agua mineral, la cual fue gratamente recibida en el mundo. Este invento se convirtió en el burbujeante antecesor de la soda.
Décadas después, en el año 1820, los farmacólogos franceses Pierre Joseph Pelletier y Joseph Caventou transformaron la quinina, que se consumía molida, en una pastilla. Sin embargo, su sabor aún era amargo y difícil de consumir, pero pronto descubrieron que al mezclarla con agua mineral sabía mejor.
Así surgió el “agua tónica”, bebida que se popularizó aún más al añadir un toque de ginebra, dando como resultado el gin tonic.
Actualmente existen muchas marcas de ginebra, pero el inusual y refrescante sabor de Hendrick’s Gin, creado con 11 botánicos y una deliciosa infusión de pepino y rosas por la master distiller Lesley Gracie, han transformado al gin tonic en un coctel fresco y contemporáneo. Ideal para disfrutar desde casa en cualquier temporada.
Más allá del ambiente y la fiesta que se vive dentro de los bares, existen bebidas que nos han acompañado durante los buenos momentos o que incluso los han convertido en inolvidables. Sin duda, este es el caso del gin tonic.
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